La agricultura, los pesticidas, el cambio climático, son solo algunos factores que están matando a las abejas en todo el mundo.
El zumbido de las abejas ahoga el retumbe del brazo robótico, que trabaja con una eficacia que ningún apicultor humano podría igualar. Una tras otra, la máquina escanea pilas de panales que, en conjunto, podían albergar hasta dos millones de abejas, las inspecciona en busca de enfermedades, controlando la presencia de pesticidas e informando en tiempo real de cualquier peligro que amenazara a la colonia.
La colmena de nueva generación ha sido desarrollada por la empresa israelí Beewise, que afirma que este tipo de atención permanente es lo que se necesita para minimizar el riesgo de colapso de las colonias.
El número de abejas ha disminuido drásticamente en todo el mundo, en gran parte debido a la agricultura intensiva, el uso de pesticidas, las plagas y el cambio climático.
Las empresas han buscado diferentes tecnologías para intentar frenar el colapso masivo de las colonias, como la colocación de sensores en las colmenas tradicionales de madera o métodos para hacer frente a la pérdida de abejas, como la polinización artificial.
La colmena de Beewise, del tamaño aproximado de un remolque de carga, alberga 24 colonias. En su interior, está equipada con un brazo robótico que se desliza entre los panales, visión por ordenador y cámaras. Las aberturas con códigos de colores en los laterales permiten a las abejas entrar y salir.
“Todo lo que haría un apicultor, el mecanismo robótico puede imitarlo y hacerlo más eficazmente sin cansarse, sin irse de vacaciones y sin quejarse”, dice el director general Saar Safra. Esto incluye la recolección de miel, la aplicación de medicamentos y la combinación o división de colmenas.
Beewise ya ha conseguido 40 millones de dólares de financiación de inversores privados y más de 100 de sus sistemas están en uso en Israel y Estados Unidos.
Según el informe “Planeta Vivo 2020” del Fondo Mundial para la Naturaleza, las poblaciones globales de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces sufrieron una disminución de 68% desde 1970. En América Latina, la cifra escala a un 94%, con la degradación del hábitat natural y la deforestación como las dos principales causas de esta drástica realidad, estrechamente ligadas al consumo de animales.
“Es central que comprendamos que este escenario afecta directamente a nuestra salud, alimentación y bienestar. Debemos hacer una diferencia y elegir dejar fuera de nuestros platos los productos de origen animal, ya que su producción significa el agotamiento de recursos naturales y nos pone en riesgo, contaminando nuestros ríos y océanos, destruyendo los bosques y exacerbando los efectos del cambio climático”, reflexiona Jacqueline Guzmán, representante de Campañas de Million Dollar Vegan en Argentina, organización internacional sin fines de lucro que busca presentar los beneficios de una alimentación a base de plantas para la salud, el medioambiente, la sustentabilidad y los animales.
La pérdida de biodiversidad también incrementa la aparición de enfermedades infecciosas de origen zoonótico, como el ébola, la gripe aviar y el COVID-19. Los seres humanos y la naturaleza formamos parte de un sistema conectado.
Las abejas, aliadas en esta cruzada
Como explica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el 75% de los cultivos a nivel mundial dependen de la polinización. Las frutas, hortalizas y semillas que se consumen diariamente existen gracias a la población de polinizadores, como las abejas. Sin embargo, debido a la utilización de sistemas agrícolas agresivos que destruyen su hábitat natural, las granjas apicultoras, el uso de plaguicidas y el cambio climático, las abejas están desapareciendo.
“La mayor parte de la miel que se consume viene de fábricas apicultoras e, igual que en cualquier otro tipo de explotación, las abejas están sometidas a exámenes rutinarios, manipulación, transporte, suministro de alimento artificial, tratamientos con medicamentos y pesticidas, manipulación genética e incluso inseminación artificial. Por esta tortura, colonias enteras mueren, afectando el equilibrio de recursos biológicos”, explica Guzmán, de Million Dollar Vegan en Argentina.
La polinización es un proceso fundamental para la supervivencia de los ecosistemas, esencial para la producción y reproducción de muchos cultivos y plantas silvestres. Casi el 90 por ciento de las plantas con flores dependen de la polinización para reproducirse; asimismo, el 75 por ciento de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización y el 35 de las tierras agrícolas mundiales. Los polinizadores no solo contribuyen directamente a la seguridad alimentaria, sino que además son indispensables para conservar la biodiversidad.
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