Tienen 37, 31, 29 y 27 años y fueron notificados ayer por el juez de Instrucción 6, Ricardo Balor, como coautores de los delitos de “homicidio doblemente agravado” y tres “tentativas de homicidio”.
De los siete detenidos por la investigación de la muerte a balazos de Cristian Andrés Sotelo, cuatro fueron notificados ayer de la imputación y prisión preventiva determinada por el juez de Instrucción 6, Ricardo Walter Balor.
Los involucrados de 37, 31, 29 y 27 años están sospechados de la coautoría del crimen y formalmente fueron imputados por los delitos de “homicidio doblemente agravado por el uso de arma de fuego y cantidad de participante”, pero los mismos calificantes también los vinculan a “tres homicidios en grado de tentativa”.
En cuanto a los tres restantes demorados, fueron excarcelados oportunamente pero seguirán supeditados a las actuaciones del expediente ya que continúa en elaboración y a la espera de pericias determinantes como pericias balísticas.
Hasta el momento, los cuatro detenidos habrían utilizado tres armas automáticas, calibre nueve milímetros para atacar desde la calle a la vivienda donde Cristian Sotelo residía y habría intentado salvar a sus sobrinos de los tiradores que arribaron en al menos dos camionetas.
En cuanto a las armas, los indicios y evidencias apuntan a pistolas pero uno de los testigos y presunta víctima del ataque remarcó haber escuchado ráfagas de disparos y ver a un hombre con un metralleta similar a un subfusil Uzi, de fabricación israelí que utiliza munición del calibre mencionado.
Para la pesquisa hasta el momento, los cuatro detenidos dispararon y presume que uno de ellos le pasó el arma en determinado momento para que también dispare el cuarto acusado.
Cabe señalar que no son pocos los testigos y víctimas que declararon y apuntaron a estos cuatro hombres. En el caso de los sobrinos de Cristian Sotelo, fueron precisos y coincidentes en las descripciones e identidades que aportaron.
De acuerdo las fuentes consultadas, el domingo 13 de junio a las 6.30, “Casimiro” Sotelo murió de un disparo en el pecho que partió de una de las pistolas que blandían varios hombres que se bajaron de camionetas y comenzaron a disparar hacia la vivienda familiar.
Sotelo estaba en su vivienda de la manzana 19 del barrio A3-2 a pocos metros de la comisaría Décima junto a su sobrino y tres amigos, dos de los cuales también resultaron baleados. Los tiradores se dieron a la fuga en los mismos vehículos que llegaron.
Los primeros datos de los investigadores de la Unidad Regional X y la Dirección Homicidios permitieron reconstruir los momentos previos al desenlace sangriento. Un sobrino de Cristian Sotelo y respectivos amigos ingresaron a la vivienda en el mismo complejo habitacional de la zona sur de Posadas donde se desarrollaba una fiesta clandestina (a cien metros del edificio de la Dirección General de Seguridad de la Policía) que fue organizada por conocidos de dos de los ahora imputados y con prisión preventiva “Pitoka” (37) y “El Garrafero” (31).
En la vereda del inmueble se desató una pelea que macabramente acabó varios minutos después con disparos de bala frente a la casa de “Casimiro”, quien habría intentado frenar el ataque.
Uno de los testigos clave y sobreviviente del ataque, declaró que “El Garrafero” y “Pitoka” estaban al frente del grupo que disparó a quemarropa a Sotelo. Este joven de 22 años fue alcanzado por los impactos de bala, estuvo varios días internado en el Hospital Ramón Madariaga. Apenas estuvo en condiciones de relatar su versión se convirtió en un testigo clave para el expediente.
De los cuatro con prisión preventiva, los últimos dos en ser detenidos fueron “Pitoka” y “Cafú” (31). El primero atrapado en la casa de su madre en el barrio Villa Sarita en Posadas, el restante cuando caminaba por el barrio Ñu Porá de Garupá, el viernes 6 de agosto y el lunes siguiente, respectivamente y tras las investigaciones de la Dirección de Homicidios de la Policía de Misiones.
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