Simone era instructora de zumba pero un choque y las secuelas que le quedaron le impidieron seguir. Ahora hace panes para colaborar con merenderos en Iguazú.
Los imprevistos de la vida cambian rotundamente la forma en que una persona se conduce y muchas veces quitan una pasión y la reemplazan por otra actividad, que llega para sorprender a propios y extraños.
Es el caso de Simone Da Silva, quien hace tres años atrás aseguraba que nació para bailar y ser instructora de zumba. Hoy, después de un accidente de tránsito que la imposibilitó de volver a bailar por las secuelas, descubrió en la panadería un nuevo mundo que no solamente la ayuda a mantener la economía del hogar sino que llena de gozo su corazón, ya que colabora semanalmente con un merendero de Puerto Iguazú.
“Soy brasileña, hace 18 años vivo en Argentina. Siempre trabajé y ayudé a mi marido a mantener la casa, los dos éramos instructores de zumba, pero hace tres años tuvimos un accidente y yo me fracturé la cadera, después de la rehabilitación me recomendaron hacer actividad física pero zumba ya no puedo hacer”, contó.
Y en la búsqueda de aportar dinero a la economía diaria del hogar se volcó a probar con la elaboración de alimentos.
“Para ahorrar comencé a hacer pan para vender y me salió bien”, dijo.
Pero la meta de Simone iba más allá de generar ingresos, algo en su corazón la motivaban a colaborar con los que menos tienen.
“Con ayuda de mi esposo decidimos empezar a hacer el pan solidario para un merendero, las alumnas de mi marido y otras personas colaboraban con los materiales y nosotros hacíamos el pan”, señaló.
Unas semanas antes de que comience la pandemia de Covid-19 vieron la posibilidad de empezar a vender pan y aumentar sus ingresos; entonces arrancaron con la producción.
Primero sólo comercializaban lo que hoy llaman ‘Big pan’ por el gran tamaño de la pieza y luego comenzaron a hacer panes integrales, saborizados con especias, jamón y queso e implementaron productos dulces tras la posibilidad de realizar un curso de panadería navideña gracias a la gestión de Damaris Fernández, de la Oficina de Empleo local que la apoya constantemente debido a su condición.
En una buena jornada de trabajo, Simone llega a hacer 2.000 panes individuales en la pequeña cocina de su casa.
Con tan solo dos hornos eléctricos cumple con todos los pedidos, pero debe comenzar a trabajar a las 4 de la madrugada.
Terapéutico
Simone también sufre de ataques de pánico; esta condición se intensificó luego del accidente de tránsito y con la llegada de la pandemia. “Salgo muy poco de casa, sólo para hacer compras. Tengo mucho miedo al tránsito y con la pandemia, al saber que varios familiares míos fallecieron de coronavirus, mis ataques se intensificaron, pero no siento miedo cuando trabajo, hacer pan para mí es terapéutico, sobre todo los domingos porque no hay nada más lindo que compartir. A nosotros como familia no nos sobra nada y no somos ricos, pero podemos compartir con otros y eso no tiene precio”, sostuvo.
La familia colabora con dos merenderos de una iglesia de las 2.000 Hectáreas de Iguazú, donde todos los domingos acuden con 400 panes.
La iniciativa denominada ‘Pan Solidario’ es posible gracias a la colaboración de donantes anónimos, las alumnas de su esposo y a las ganancias que obtienen durante las ventas de la semana.
“Yo separo el 30% de mi ganancia para comprar los ingredientes de los panes para el merendero, tenemos personas que nos ayudan pero cuando no hay donaciones aporto todo sola, porque es un compromiso asumido. No puedo dejar a los niños sin el pan”, recalcó.
Los ataques de pánico no le permiten a Simone salir a vender su producción y tampoco conoce aún personalmente los merenderos a los que ayuda; las ventas las realiza por WhatsApp y las entregas están a cargo de su esposo y sus hijos.
Gracias a su forma de reinventarse, de instructora de zumba a panadera con técnicas que aprendió mirando televisión y luego perfeccionó, fue seleccionada para integrar el grupo de emprendedores del Programa Empleo Independiente y recibirá un monto de 85 mil pesos que los invertirá en comprar equipamiento.
“Hoy trabajo con lo que tengo en casa, dos hornos eléctricos y a veces debo usar el horno a gas; con ese dinero quiero comprar moldes que me hacen falta porque sólo puedo hornear dos panes grandes por vez. Y más adelante, con las ganancias, el objetivo es adaptar una cocina solamente para la producción del pan”, finalizó.
Para comprar panes o colaborar con la iniciativa solidaria, el número de Simone es (03757) 15-417093.
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