Tenía 65 años, luchaba contra el mal de Parkinson y había sufrido un ACV. Tenía un estilo propio arriba del ring y falleció en un hospital de Mar del Plata.
A los 65 años murió el excampeón de boxeo argentino Sergio Víctor Palma tras haberse contagiado de coronavirus y tras permanecer internado dos semanas, según confirmaron fuentes del Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) de Mar del Plata.
Palma había ingresado al Hospital Modular con complicaciones por su cuadro de Covid-19. Además, tenía antecedentes de un accidente cerebrovascular que le había dejado limitaciones motrices y un diagnóstico de Mal de Parkinson.
Junto a su compañera de vida, Orieta, batalló a las dificultades del día a día en una pequeña casa en Mar del Plata. “No puedo trabajar, no trabajo y eso me desorienta. El Parkinson no mata a nadie, pero dificulta el buen vivir. Mi salud se deteriora por un proceso neurodegenerativo que se da en las células negras que necesita el cuerpo humano. Por eso tomo dopamina sintética, para compensar esa carencia, pero tengo limitaciones en la estabilidad, en el habla y en la deglución”, le dijo el campeón argentino al periodista Walter Vargas, en una entrevista
Sergio Víctor Palma fue un campeón con estilo propio. Un boxeador con un sello muy particular. Se transformaba en un león arriba del ring. El 9 de agosto de 1980 este carismático chaqueño logró consagrarse campeón mundial supergallo (AMB) y de esta manera cumplir ese anhelo que venía buscando hace tiempo.
Tocaba la guitarra y era un lector apasionado, con vocación de comunicador y poeta con varias obras realizadas. Actuó en una novela (“Gunte de Barracas”, por ATC), grabó un larga duración (“Round de música y palabras”) y participó de programas de TV. Tiene en su haber una gran cantidad de frases que se le atribuyen -y demostraban su simplea-, como por ejemplo: “Cuando me consagré campeón del mundo y llegué al vestuario me pregunté: ¿Esto era todo?”.
LA PELEA DE SU VIDA
Palma (nacido en un pueblito llamado La Tigra), había hecho el intento cerrando el año 1979, pero en la caliente Barranquilla perdía por puntos con el colombiano Ricardo Cardona. El pupilo del maestro Santos Zacarías tuvo además el mérito de obtener el cinturón como visitante. Palma dejó el corazón en el Coliseo de Spokane (estado de Washington), la ciudad de cuna del campeón mundial.
Ese monarca se llamaba Leo Randolph, quien defendía por primera vez su condición de rey supergallo. El estadounidense venía de arrebatarle la corona a Ricardo Cardona, pero su gran mérito deportivo lo había logrado como aficionado en los juegos de Montreal 76.
En Canadá, Randolph se adjudicó la medalla de oro al derrotar en la final al cubano Ramòn Duvalon. Y de esa manera repartió elogios junto a Ray “Sugar” Leonard y los hermanos Spinks. El comentario de la pelea destaca la actitud de Sergio Palma. Quien salió con una gran vocación de ataque para llevar el título a Argentina.
En la primera vuelta pudo derribar dos veces al campeón. El chaqueño no era un noqueador. Sus números marcaban que de sus 45 victorias, 25 fueron antes del límite. Pero en Spokane, el representado por Juan Carlos Lectoure sabía que era casi necesario no llegar a la lectura de las tarjetas.
Palma había ganado los dos primeros asaltos. El campeón de manera más ajustada se había quedado con el tercero y el cuarto. Y el momento más preciado llegó en la quinta vuelta. Una seguidilla de golpes (se contaron 6 impactos) terminaron de desvanecer a Randolph.
El campeón estaba muy averiado y la intervención del árbitro sudafricano Stanley Christodoulou fue más que acertada.
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