Hoy se cumplen siete años del crimen del albañil Carlos Guirula (30), quien en julio de 2014 fue detenido en un motel posadeño y luego asesinado a golpes mientras era trasladado hasta la comisaría.
La causa tiene a cinco efectivos de distintos rangos imputados por tortura seguida de muerte y uno por omisión funcional para evitar torturas, puesto que observó pero no intercedió. A la fecha ninguno está detenido, y la familia Guirula espera de forma angustiante que la causa tenga fecha de juicio para que los responsables del crimen reciban condena.
“La etapa de investigación culminó el año pasado, estamos esperando que salga la fecha del juicio, es lo que más ansiamos toda la familia”, manifestó María Guirula, hermana de la víctima.
En diálogo dijo entre lágrimas: “Me puse a releer todos los recortes de diario desde 2014, todo el tiempo lo recordamos, vivimos constantemente con esa angustia y la esperanza que haya condena”.
Sobre el brutal ataque, recordó: “Mi hermano recibió una golpiza brutal. Llega muerto a la comisaría, es bajado de la camioneta y lo trasladan hasta cerca del calabozo, es allí donde se dan cuenta que ya no tenía vida, y lo arrastraron nuevamente hasta la camioneta, lo subieron y le tiraron agua para disimular que falleció producto de un infarto, y lavaron el vehículo para borrar las huellas”.
“Desde el primer momento el juez y la fiscal actuaron bien, rápido dentro de todo, y ahora todo está en una meseta, la causa no se mueve, hace un año y medio debería haber salido una fecha”, lamentó.
“Nos gustaría escuchar a la fiscal y al juez que expliquen a la familia porque no hay fecha de juicio”, reclamó.
Violencia policial
El crimen de Guirula fue cometido en la madrugada del 19 de julio de 2014. El albañil había ingresado al motel ubicado sobre la avenida Andresito junto a dos amigos y dos trabajadoras sexuales, pero mientras se retiraban mantuvo una discusión con un empleado del lugar.
En esa instancia, se produjo un situación violenta por lo que el conserje decidió llamar a la Policía. Al lugar acudieron varios patrulleros, pero los uniformados se toparon con la resistencia de Guirula.
Esto derivó una tunda de golpes en el rostro y patadas -cuando ya estaba en el suelo- que minutos después le provocaron la muerte. De allí fue trasladado hasta la Comisaría Decimotercera en la caja de un patrullero Toyota Hilux, pero llegó sin vida.
En esa dependencia arrastraron el cadáver hasta una canilla donde le limpiaron las manchas de sangre y también lavaron la caja de la camioneta. La autopsia estableció que la brutalidad policial fue tal que Guirula sufrió rotura de nueve costillas y perforación de sus pulmones.
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