29 julio, 2025

“Es adicto y cuando no tiene para consumir amenaza con matarme”

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Se trata de joven con grave problema de adicción y prontuario delictivo. Su madre reconoció que es un peligro y pidió que algún juez ordene la internación involuntaria

Noelia no tiene consuelo. Golpeó innumerables puertas, internó a su hijo y hasta lo denunció, pero Alexis -hoy de 20 años- es preso de la adicción a las drogas y se convirtió en un peligro para su familia, tal como reconoció su mamá con dolor y temor evidentes.

La mujer crió sola al muchacho y a su hermana menor, ya que el padre los abandonó hace varios años y nunca se interesó demasiado en los chicos.

Según precisó la progenitora, el joven consume estupefacientes desde los 14 años y con el paso del tiempo la adicción se arraigó e hizo estragos. Ya le robó todo lo que pudo de su casa, delinquió y estuvo preso varias veces, aunque hasta el momento no recibió una condena.

Pero Noelia reconoció que “en cualquier momento puede lastimar a alguien, o lo pueden lastimar a él. Mi hijo es adicto y cuando no tiene para consumir amenaza con matarme. Estoy desesperada y le pido a algún juez que me escuche y ordene la internación involuntaria, porque no se va a internar voluntariamente y en cualquier momento va pasar una tragedia”.

En diálogo, la obereña comentó que durante años fue el único sostén económico de sus hijos y trabajaba entre diez y doce horas por día. En tanto, en los últimos meses tuvo que abandonar varias veces sus labores para atender las crisis de Alexis, por lo que la despidieron.

“Perdí mi trabajo por la lucha para ayudar a mi hijo, pero no pude y hoy mi vida corre riesgo, incluso la mi hija. Por eso ruego que me ayuden, para que esto no termine en horror. Me amenaza con cuchillo, que me va a quemar con agua hervida y roba o rompe las cosas de mi casa cuando no tiene para consumir”, lamentó.

“Esto no es vida”
La mujer expresó su desesperación e impotencia ante el deterioro del joven, como también las limitaciones legales para su internación obligatoria, única opción que avizora para salvar a su hijo.

“Fui víctima de violencia de género, por eso hace cinco años me separé del padre de mis dos hijos, quien a su vez no cumple con ninguna de sus obligaciones como padre”, subrayó Noelia.

Recordó que hace un año y medio Alexis agredió a su propia hermana y estaba descontrolado, por lo que no le quedó más opción que denunciarlo.

“Fue un episodio de violencia muy feo a raíz del consumo de drogas. Hice la denuncia en la Comisaria de la Mujer y me dijeron que iban a solicitar la exclusión del hogar, pero no quise porque iba terminar muerto drogándose en la calle”, indicó.

Por ello, insistió en la opción de internarlo en un centro de rehabilitación, pero al ser mayor de edad choca con la negativa del propio adicto.

En tal sentido, expresó su aval para que “algún juez ordené su internación. Mi hijo ahora no me entiende, pero el día de mañana -si se recupera- me va agradecer. Yo no duermo de noche por temor a que le hagan algo o que él lastime a alguien. Esto no es vida”.

Contó que Alexis es adicto a varias sustancias, desde marihuana y cocaína, como también a los psicofármacos y el alcohol.

Rehabilitación y recaída
Contó que antes de caer en las garras de las drogas su hijo era un chico afectuoso, alegre y buen alumno. Pero la separación de sus padres lo habría afectado mucho.

Empezó la escuela técnica y fue bien hasta segundo año, pero ahí empezó a cambiar.

“Fue en la época de la separación. Perdía el celular y sus cosas, o eso pensaba yo, pero en realidad vendía todo para comprar drogas. A los 16 desapareció una semana y lo encontré en una villa, sucio y flaco. Lo llevé a casa. Pedí ayuda en la Municipalidad y una psicóloga lo vio una vez. Eso fue todo”, recordó.

También recurrió a la Pastoral de Adicciones, dependiente del Obispado de Oberá, pero su hijo asistió sólo un par de veces.

Por gente conocida del barrio, empezó a concurrir a una iglesia evangélica, consiguió trabajo y no consumió durante siete meses.

Sobre aquel momento, la madre rescató que “era otra persona, había recuperado a mi hijo. Después cayó otra vez y empezaron a faltar cosas de la casa. Entonces hice un gran esfuerzo y lo interné en una clínica privada donde permaneció tres meses. Pero el único tratamiento era medicarlo. Le daban un cóctel de siete pastillas y parecía un zombi. Eso tampoco es la solución”, remarcó.

Ya siendo mayor de edad, ahora debe dar su consentimiento para realizar un tratamiento de desintoxicación, a lo que se rehúsa.

“Golpeé todas las puertas pero hasta ahora no encontré la solución. Lo único que busco es salvar la vida de mi hijo y por eso ruego que lo internen para que no se lastime ni lastime a nadie. Las autoridades actúan cuando el daño ya está hecho, mandando a la cárcel al adicto, pero falta prevención y tratamiento para no llegar a lo peor”, reclamó abatida.

Según estadísticas del Juzgado Correccional y de Menores de Oberá, el 70 por ciento de los menores que están judicializados son consumidores de sustancias adictivas.

En tanto, desde la Pastoral de Adicciones de Oberá indicaron que el consumo se inicia a los 10 años, en promedio. A esa edad los chicos fuman marihuana, aspiran tolueno y combinan clonazepan con alcohol.

El organismo también alertó sobre el avance en el ámbito local de drogas duras como la cocaína, la pasta base y el LSD.

En tal sentido, el pasado 26 de junio, en el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, el obispo de Oberá Damián Bitar publicó una carta abierta denunciando a los “mercaderes de la muerte” y reclamando un “gran frente social” para acciones concretas en la lucha contra el narcotráfico y rehabilitación de adictos

“Consumo y venta. Venta y consumo. La droga de hecho, circula libremente. Su voracidad es ilimitada (…) el imparable tráfico y consumo de drogas pone en evidencia, por un lado, la facilidad e impunidad con la que se mueven los ‘mercaderes de la muerte’, es decir, los grandes narcotraficantes, como así también quienes se dedican al narcomenudeo”, citó monseñor.

Asimismo, subrayó que “no cabe duda que este fenómeno no podría alcanzar semejante dimensiones sin la complicidad de determinadas personas que detentan poder político, económico, judicial y en fuerzas de seguridad. Narcotráfico y corrupción caminan juntos”.

Por ello, llamó a la creación de un “gran frente social que involucre a todos: organismos del Estado, familias, instituciones educativas, deportivas, religiosas y otros miembros de la comunidad, en el que se priorice la lucha frontal contra las drogas a través de un trabajo sostenido y perseverante en valores, prevención, asistencia, denuncia y rehabilitación a fin de lograr extirpar este cáncer social”.

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