A sus 8 años, Bastián Miranda llamó la atención del Mundo Boca y lo ficharon. El pequeño arquero va por todo y sueña con llegar lejos
“Papá ¿y si primero me llama Boca?”. Ya lo tenía claro. Sentía que podía ser así. Que a pesar de haber sido visto y seguido en un torneo por los ojeadores de River, su destino estaba en el Xeneize, el club del que es fanático y del cual forma parte desde hace unos meses.
A sus muy jóvenes 8 años, Bastian Miranda captó la atención de quienes buscan talentos para las inferiores del club de la Ribera. El arquerito de la Tierra Colorada impone presencia. Lo lleva en la sangre. Su papá y su abuelo también defendieron los tres palos en sus respectivas carreras.
Probablemente desde que tenga memoria, Bastián tuvo a mano una pelota y unos guantes. Su papá Antonio, mejor conocido como Toni, pasó por varios clubes de Misiones. El Brete, Brown y Tigre de Santo Pipó se destacan en el recorrido del Pulpo, que ahora tiene su propia academia y sigue de cerca los pasos de su hijo.
“Pulpito, vení, dame una mano”, le pide un profe al pibe que hace poco tiempo firmó con Boca. Todo momento dentro de una cancha es una alegría para Bastian. Cada intervención la aprovecha para atenazar la pelota y salir jugando con un compañero.
Seguramente, a sus 8 años, Bastian no puede magnificar lo que significa haber sido elegido para estar en las inferiores del Xeneize, pero lo que sí tiene claro es que será un gran esfuerzo y que, evidentemente, tiene talento para acompañar ese esfuerzo.
Como es muy chico para vivir en la pensión del club, el misionero viajará un par de días antes de cada partido para entrenar junto a sus compañeros, jugará y volverá a la provincia para continuar con sus prácticas y su rutina.
Desde que quedó seleccionado, Bastian entrena doble turno de lunes a viernes. Tiene un entrenamiento específico para arqueros y luego junto a sus compañeros en la escuelita de fútbol. Ahora, al día a día deberá sumarle los viajes a la Ciudad de Buenos Aires para jugar. Un sacrificio que está dispuesto a sostener junto a Toni, su papá, y Romina, su mamá.
Estaba destinado
Cuando era más chico, Bastian compartía mucho tiempo con sus primos, todos hinchas de Boca. Como era de esperarse, el niño se inclinó por la Azul y Oro y no por la Banda, como su papá hubiese deseado, pero por supuesto que eso no les impide mirar partidos juntos.
A Bastian lo habían visto en un torneo en Entre Ríos y los ojeadores de River se acercaron para preguntar por el pequeño arquero, pero luego nunca llegó el llamado.
En ese momento, el posadeño le preguntó a su papá “¿y si primero me llaman de Boca?”. Unos meses más tarde, el Xeneize desembarcó en Posadas con la Boca Cup, un torneo que se hace para buscar talentos a lo largo y ancho del país, y otra vez los ojeadores pusieron la mirada en el 1.
Le pidieron que vaya a una prueba más en un club posadeño y luego viajó a Buenos Aires. Ya este año, cuando le tocaba viajar para una nueva prueba llegó la gran noticia. El viaje no iba a ser para ver sus cualidades, sino para ficharlo y que Bastian pase a ser parte del Xeneize.
Mientras mira al Dibu Martínez en la tele y sueña con alguna vez llegar a atajar en la Primera de Boca y la Selección, Bastian Miranda arma su bolso para partir rumbo a Buenos Aires. Lo esperan muchos viajes, pero el sueño está en marcha para el arquerito misionero que va por todo.
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