Los números de la inflación de julio posicionan a la Argentina como el país más inflacionario de Latinoamérica, incluso por encima de Venezuela. La apuesta de una gestión a la deriva pareciera ser una buena actuación en el mundial que mejore el clima de frustración general.
Poco a poco, el gobierno de Alberto Fernández pareciera ir intensificando su desconexión con la realidad de los argentinos. Mientras la crisis golpea con dureza a la gestión nacional y deja saldos negativos que rompen sus propios récords, el fervor populista impulsa un gasto multimillonario en televisores, para que los presos puedan ver el mundial.
Los números hablan por sí solos. Las consultoras privadas ubican a la inflación del mes de julio por encima del 7 por ciento, lo que posiciona a Argentina como el país más inflacionario de Latinoamérica, por encima incluso de Venezuela, que logró un 5.3 por ciento en el mismo mes.
En el mismo sentido, los estudios privados anticipan una inflación anual por encima del 90 por ciento, unas tres veces más de lo anticipado por el gobierno en el fallido presupuesto presentado en el mes de diciembre de 2021.
Los números, como suele ocurrir en la macroeconomía, se trasladan a realidades. La pobreza en la Argentina se acerca peligrosamente a la mitad de los habitantes, mientras al menos 3 millones de personas habrían caído en la indigencia durante el gobierno de la dupla conformada por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Las soluciones de fondo, hasta el momento, parecieran haber hecho un doloroso mutis por el foro. Mientras tanto, el foco del gobierno se sitúa en la necesidad de brindar paliativos, satisfacciones inmediatas, que le permitan llegar a diciembre de 2023 y, si ocurre el milagro, tener la posibilidad de retener el poder de la mano de Sergio Massa.
En este esquema, el mundial de fútbol podría ser el manantial tan esperado o un duro espejismo. El gobierno se juega las pocas fichas que le quedan a una buena actuación de la selección nacional que eleve el humor nacional y le de un respiro a la oleada de insatisfacción que atraviesa al país.
Por ello, nadie puede quedar afuera del evento deportivo que se celebra cada cuatro años. El gobierno puso manos a la obra y lanzó la licitación 31-0027-LPR22, que tiene el objeto de adquirir al menos doscientos televisores, que serán destinados a los establecimientos penitenciarios del Servicio Penitenciario Federal, que actualmente conduce María Laura Garrigós de Rébori.
Si bien aún no se adjudicó la compulsa, se presentaron tres ofertas, de las cuales dos oscilan entre los 17.2 y los 18 millones de pesos. La famosa “bala de plata” ya se gastó con Sergio Massa, y ahora sólo queda ganar tiempo y esperar algún resultado que sorprenda al gobierno con una buena noticia. Mientras tanto, todos a ver el mundial, a ver si Lionel Messi logra lo que Cristina no.
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