A 45 años de su secuestro y desaparición, por primera vez, se publican una serie de cables de inteligencia que muestran cómo los espías locales pusieron la mira en su actividad periodística. Los documentos fueron publicados en el libro Emboscada (Aguilar) donde se reconstruye en clave de novela policial el final de su vida y el destino de los cuentos inéditos que los militares le robaron
Rodolfo Walsh estuvo en la mira de la inteligencia local desde el año 1957 hasta su muerte. Los seguimientos comenzaron a los pocos meses de publicar su obra maestra Operación Masacre y se revelan, por primera vez, en estos documentos desclasificados publicados en el libro Emboscada, la historia secreta de la desaparición de Rodolfo Walsh y el misterio de los cuentos inéditos.
El espionaje ilegal involucró a varias oficinas de la ex SIDE, pero también a la Superintendencia de Seguridad Interior. Son más de cincuenta y cinco documentos reservados e históricos.
Para la SIDE, Rodolfo Walsh era el número 9164. Esa inscripción aparece como un sello en rojo que recorre todos los cables microfilmados, archivados y desclasificados a pedido de Myriam Bregman como abogada de la ex diputada Patricia Walsh, la hija del periodista.Emboscada, el libro de Facundo Pastor
Los documentos desclasificados
En otro de los primeros reportes se consigna que el periodista “escribe para el periódico Propósitos sobre los fusilamientos realizado por la policía de la Provincia de Buenos Aires”. Luego, dan cuenta de que Walsh “sería de tenencia izquierdista con orientación comunista” y que “colabora en la Agencia Prensa Latina, Casa Central Cuba, La Habana”.
El 21 de noviembre de 1958, los espías redactaron en otro informe que Walsh “es periodista de la revista Mayoría donde escribió sobre el ‘Caso Satanowski’ (sic). En ese mismo parte dejan por escrito cuáles habrían sido sus fuentes y de qué manera fue accediendo a la información que lo llevó a publicar esa investigación periodística donde reveló los detalles del crimen de Marcos Satanowsky y expuso la corrupción política y judicial de la Revolución Libertadora y la impunidad de los matones de la SIDE.
En 1968, llegaron a seguirlo fuera del país en un vuelo que Walsh tomó hacia Cuba, con escala en México, para participar como jurado del concurso literario Casa de las Américas. “En el vuelo 421 de la compañía Canadian Pacific se ausentó del país”, revela el cable reservado. Un años más tarde, el 24 de julio de 1969, un informe analizó su actividad gremial explicando que “integra la mesa directiva de la Agrupación Trabajadores de Prensa”.
Ese mismo año, otro cable desclasificado revela un seguimiento realizado por una dependencia identificada como “SIDE DTO.7″ donde se concluye que Walsh “registra antecedentes subversivos, como activista del Movimiento Revolucionario Peronista (MRP)”.
Tras su desaparición en 1977, los espías siguieron generando reportes de Inteligencia. Hay uno fechado en junio de ese año que da cuenta de la actividad de la agencia ANCLA, otro de 1978 que menciona que “la revista Nueva Sociedad publicó una referencia a la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”, uno de noviembre de 1979 donde se afirma que Walsh “fue inhabilitado por la asesoría comunicación social del Ministerio de Cultura” y uno de enero de 1980 donde se analiza un texto del periodista Jacobo Timerman que menciona a Walsh en el periódico israelí Maariv.
La producción de estos informes de Inteligencia y el espionaje ilegal fueron eslabones fundamentales para el terrorismo de Estado. Ese proceso oscuro de la historia argentina que buscó borrar el legado de Rodolfo Walsh desapareciendo su cuerpo y robando su obra literaria inédita.
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