Aunque abre la puerta a más gasto de acá a fin de año respecto de la disciplina actual, reduce la meta de déficit primario al 4%. Cristina habló de “ajuste” y le reclamó al Presidente revisar el proyecto.
En una jornada de suma tensión en el Gabinete, Martín Guzmán trabajó hasta última hora del miércoles en el proyecto de Presupuesto 2022 que finalmente ingresó a la Cámara de Diputados minutos antes de que venciera el plazo legal para su presentación. La interna abierta en el Gobierno tras la derrota en las PASO lo tuvo como uno de los focos de atención de la movida que buscó acelerar un recambio de funcionarios. Ratificado por Alberto Fernández y, llamadas mediante, también por Cristina Fernández de Kirchner, el ministro se mostró satisfecho cerca de la medianoche ante sus allegados: el texto que remitió al Parlamento, si bien abre el grifo a un mayor gasto de acá a fin de año de cara a los anuncios económicos para recomponer los ingresos que aún discute el Gobierno, no se escapa de su marco fiscal. Pero la carta pública publicada anoche por la vicepresidenta mostró que ese Presupuesto sigue siendo terreno de disputa abierta.
La puja por el rumbo económico de la gestión no se zanjó y, de hecho, en el Palacio de Hacienda ya en la noche del miércoles evitaban confirmar si el proyecto de Ejercicio 2022 contaba con respaldo del conjunto del bloque del Frente de Todos. El mensaje de Cristina terminó de ratificar que no era así. Como señaló Ámbito los días previos, desde el kirchnerismo cuestionan el fiscalismo promovido por Guzmán en el marco de la doble crisis que atraviesa el país. La expresidenta explicitó que espera que Alberto Fernández “se siente con su ministro de Economía para mirar los números del presupuesto”.
La principal señal para lo que resta de 2021 que brindó el proyecto remitido por Guzmán es la actualización del objetivo de déficit primario al 4% del PBI, es decir, medio punto por debajo del rojo que había proyectado en el Presupuesto aprobado el año pasado. El nuevo número se condice con una aceleración del gasto respecto de la disciplina que aplicó Guzmán hasta acá, pero que en el cristinismo y otros sectores de la coalición gobernante consideran insuficiente para impulsar una recuperación de los ingresos populares más potente.
Hasta julio, el rojo antes de intereses acumulaba apenas 0,7% del producto y se encaminaba a terminar entre el 3 y el 3,5%, según estimaciones privadas. Aunque la mejora de los ingresos ayudó a equilibrar las cuentas, lo cierto es que también se subejecutaron partidas claves, como la de obra pública, que sólo alcanzó el 30% en siete meses. En Economía reconocen ese bajo nivel de ejecución y aseguran que se corregirá en los próximos meses.
Esta nueva pauta, además, evidencia la puja por los anuncios que el Gobierno se apresta a realizar en los próximos días como respuesta al resultado electoral. Medidas cuya magnitud es todavía objeto de debate interno y fue uno de los detonantes de la crisis en el Gabinete. Ocurre que el déficit proyectado por el texto no se escapa del marco de reducción del déficit fiscal planteado por Guzmán. Incluso, fuentes del Palacio de Hacienda confirmaron que los más de u$s4.300 millones que envió el FMI como parte de la distribución de derechos especiales de giro se contabilizarán como ingresos “por arriba de la línea”, es decir, contribuirán a reducir en aproximadamente un punto extra el rojo primario.
“A agosto de este año, a cuatro meses de terminar el año y faltando apenas unos días para las elecciones, el déficit acumulado ejecutado en este año era del 2,1% del PBI”, escribió la vicepresidenta. Y agregó: “Faltan ejecutar, según la previsión presupuestaria (votada en 2020), 2,4% del PBI… más del doble de lo ejecutado y restando sólo cuatro meses para terminar el año… con pandemia y delicadísima situación social. No estoy pidiendo nada alocado ni radicalizado. Al contrario, simplemente estoy recogiendo lo que en este contexto global de pandemia está sucediendo a lo largo y ancho del mundo”.
El mensaje de Cristina contrastó con el espíritu que buscó transmitir Economía al momento de enviar el proyecto al Congreso. Para Guzmán, el Presupuesto es el “corazón de la política económica”. Y plantea tres grandes lineamientos macro: la generación de divisas, una política fiscal a la que define como expansiva mientras se reduce el déficit y la sostenibilidad de la deuda. Se trata del marco que considera necesario para evitar toparse con nuevos cimbronazos cambiarios e inflacionarios, pero que impone una inyección de recursos insuficiente para recuperar la economía y los ingresos a una mayor velocidad. Ese es el principal punto de debate estructural en el oficialismo.
Al respecto, la carta de CFK aseguró que en su gobierno enfrentó corridas cambiarias permanentes con menos reservas en el Banco Central que las actuales. Y aseguró que le advirtió al Presidente que se está desarrollando una “política de ajuste fiscal equivocada” que impacta negativamente “en la actividad económica y, por lo tanto, en el conjunto de la sociedad”. La puja todavía tiene final abierto.
Detalles del proyecto
En cuanto a las proyecciones concretas, el texto enviado por Guzmán, con la firma del Presidente, prevé para el año próximo un crecimiento del 4%, impulsado por un alza del 6,6% en la inversión, del 4,6% en el consumo privado, del 3,1% en el consumo público y del 7,5% en las exportaciones. Las importaciones avanzarían 9,6%. Proyecta que la inflación cederá al 33% interanual y que el dólar oficial de diciembre de 2022 promediará los $131,10 tras subir 28% a lo largo del año. Además, plantea que el salario de los trabajadores registrados estables (medidos por el índice RIPTE) subirá 38,3% nominal, lo que dejaría una recuperación del poder adquisitivo del 4% interanual.
Todo eso en el marco de un retroceso del déficit fiscal primario hasta el 3,3% del PBI y del rojo financiero (incluye el pago de intereses de la deuda) hasta el 4,9%. El objetivo es que ese hueco fiscal se cubra con un menor uso de la emisión monetaria. El Presupuesto prevé que en 2022 la asistencia del Banco Central se realice sólo a través de adelantos transitorios (ya no de utilidades) y que se reduzca en un 50% respecto de este año hasta alcanzar el 1,8% del PBI, lo que equivale al 37% de las fuentes financieras. Esta vez el mayor componente será el endeudamiento neto en pesos, que aportará 2% del PBI (41% del total). Mientras que se espera un fuerte incremento del crédito de organismos internacionales, que aportarían el 1,1% del fondeo neto. Es decir, unos u$s12.500 millones.
Para 2021 se modificaron las proyecciones. El principal cambio se dio en la pauta de inflación: extinta la meta del 29% presupuestada el año pasado, ahora prevé un 45,1%, lo que implica que hasta fin de año deberá bajar más de 6 puntos desde el nivel actual. Además, el crecimiento esperado de la economía, como ya había adelantado Guzmán, se elevó del 5,5% al 8%. De acuerdo con el texto, el salario real medido por el RIPTE recuperará 3,8% interanual. Una recuperación que hasta ahora resulta módica pero que podría ir en línea con el impulso que busca darle el Gobierno tras la derrota en las PASO. Por lo pronto, se adelantó para la semana que viene la reapertura del Consejo del Salario, que definirá un incremento del mínimo, vital y móvil.
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